Oteo
Historia
La villa de Oteo fue creada como paso para controlar las gentes y mercancías que circulaban entre los valles de Arana y Campezo, aunque existen restos de la era prehistórica: en la Caverna de Arratiandi, entre Atauri y Oteo se han encontrado sedimentos con restos del eneolítico, así como huesos humanos.
En los Fueros que el rey de Navarra Sancho el Sabio otorga en 1182 a la villa de Antoñana, se hace constar que Oteo queda dentro del territorio de la villa.
En la Real Cédula del 5 de febrero de 1256, por la que Alfonso X el Sabio otorga fueros a Santa Cruz de Campezo, al delimitar su término se registra el topónimo de «Angosto de Oteyo». Sobre este lugar de «Oteyo» será donde más adelante se asiente la población de Oteo.
Don Enrique de Trastámara concede la población al linaje de los Rojas. Posteriormente se la regala a su hija Doña María, al contraer matrimonio con Don Álvaro de Mendoza y Guzmán, pasando a pertenecer a la casa de los Mendoza, Condes de Orgaz.
En Enero de 1678 sus habitantes compran la villa a Don Carlos II y la proclaman “villa de por sí y sobre sí”, conservando autonomía propia hasta que es agregada al ayuntamiento de Campezo.
La Villa
Oteo está situada entre los valles de Arana y Campezo, en la ladera de uno de los montes que rodean la villa. Por esta ladera se dispersa su caserío, con sus casas separadas unas de otras. De su pasado histórico quedan los escudos en las fachadas, las puertas de arcos de medio punto y las ventanas góticas, como la de los Ruiz de Alda.
Colgada sobre un barranco se encuentra la iglesia parroquial dedicada a San Manés, la única de la provincia dedicada a este santo.
Cuenta con un centro cultural en las antiguas escuelas, y junto a éste se ubica el frontón de pelota.
En lo alto, con unas vistas espléndidas, se halla la ermita de San Juan. En el monte, en su parte más alta, se yergue la ermita dedicada a San Cristóbal, recientemente restaurada.
En la carretera que conduce a Antoñana, entre peñas y junto a una bonita cascada, se encuentra un molino harinero de 1736, uno de los más bellos de la Montaña Alavesa.